Tarde de tormenta en Pantoja
La tarde cae sobre el pequeño pueblo de Pantoja, envuelto en la oscuridad de una tormenta que se avecina en el horizonte. Las nubes grises se congregan en el cielo, amenazando con descargar su furia sobre las calles empedradas y las humildes casas de adobe.
Los pájaros vuelan apresuradamente en busca de refugio mientras el viento sopla con fuerza, agitando los árboles y haciendo resonar los tejados. El rumor lejano del trueno se escucha como un grito en la distancia, anunciando la llegada inminente de la lluvia.
Las calles se vacían rápidamente, los pocos transeúntes que aún deambulan por ellas apresuran el paso en busca de cobijo. Las tiendas cierran sus puertas y las luces de las farolas titilan con la incertidumbre de lo que está por venir.
En las casas, las familias se reúnen alrededor de la mesa, compartiendo una taza de chocolate caliente y escuchando el repiqueteo de la lluvia en los cristales. Los niños se acurrucan bajo las mantas, observando con fascinación el espectáculo de los relámpagos que iluminan el cielo.
La tormenta en Pantoja es un fenómeno natural que se repite con frecuencia en esta época del año. Aunque puede resultar aterrador para algunos, para otros es un recordatorio de la fuerza de la naturaleza y de la belleza que se esconde en su poder.
A medida que la tormenta se va alejando, dejando tras de sí un cielo limpio y despejado, el pueblo vuelve a la vida. Las calles se llenan de gente que sale a respirar el aire fresco y a contemplar el arcoíris que se forma en el horizonte, como si la naturaleza misma estuviera celebrando la llegada de la calma después de la tormenta.
Así es una tarde de tormenta en Pantoja, un espectáculo de luces y sombras, de temor y fascinación, que deja en sus habitantes la certeza de que, aunque la naturaleza pueda ser impredecible, siempre habrá un momento de calma después de la tormenta.